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Bitácora ORD-NYC

Llegamos a Chicago y mientras esperaba el taxi dos conejos correteaban por el verde de la mediana, tenemos 27 grados, buena combinación. En media hora estoy en casa e instalado. Toca ponerse manos a la obra y retirar la pátina de polvo de estos ocho meses así que hay que aguantar con la mascarilla un poco más

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El jet lag hace su trabajo y me despierto como un reloj pero sin la alarma, a las 7:30am la luz entra por la ventana y toca levantarse. Seguimos con temperatura de verano así que aprovecho terraza para atrapar unos rayos de sol, saco la silla, planto cojín y modo lagarto, es increíble la energía que captas del astro rey en solo unos minutos.

Empieza el maratón, fotos y más fotos a todos los muebles y objetos susceptibles de vender, y empieza el plan de limpieza y descartes, es increíble todo lo que acumulamos y lo poco que necesitamos. Offerup es el nuevo letgo, en cuanto pones un anuncio ya te están preguntando por el anterior, esto es un trabajo a tiempo completo. En un par de días ya está todo anunciado, en un par de sitios y con web incluida para ver si los vecinos se animan con el código QR que les he dejado en la entrada.

Lo primero que se va es la mesilla, los primeros $10, luego la comida, y las banquetas, las lámparas pequeñas, la mesa, estos primeros días son una locura y todo lo pequeño que tanto me preocupaba sale por la puerta. La cosa pinta bien. Sorprende que más de dos y tres personas te dicen lo tengo que consultar con mi marido, hasta para un exprimidor eléctrico de $10, me imagino al marido que no ha abierto la app en su vida para comprar nada, haciendo de juez sobre la sugerencia de compra de su señora, surrealista y da que pensar.

El sofá cama, tiene pretendientes pero la logística es compleja, el mejor postor (o postora), lo tiene claro, su marido menos y yo les ayudo a decidirse ofreciéndoles llevárselo, así que me alquilo un pickup, que hay que conducir de todo en esta vida y para allí que me voy con el sofá en un par de trozos. En la radio suena Europe, is the final countdown, muy adecuada la banda sonora, En tres horas sofá entregado y hecha la caja, ya estamos en más de $1000 en un par de días.

Esto de las apps de venta es como un muro infinito en el que tus anuncios van bajando según pasan los días así que te ve menos gente, por alguna razón el fin de semana apenas llama nadie, funciona sobre todo entre semana, se ve que la gente se aburre bastante en el trabajo y se la pasa buscando cosas, más de dos y más de tres te dicen “perdona, es que estoy en el trabajo” cuando tardan en contestar.

Mal que bien regresan las ventas y en la casa ya hay eco como digo yo.

Retomo el diario tras muchos días, tantos que ya estoy en un avión camino a Nueva York, he vendido absolutamente todo y entregado las llaves del piso. Es como la sensación de las entregas de trabajo de los viernes, a tope a tope y al final liberación. Así que ahora toca fluir con esta maleta en las próximas semanas. El grueso de lo que me queda, se ha quedado en un self storage en mi ya ex-barrio, allí en un warehouse de ladrillo con ascensores montacargas de los de las películas, con rejilla de guillotina, no es lo más rápido para subir al tercer piso pero tiene su glamour.

Me he convertido en un gurú del reciclaje, pilas, aceite, electrónica, sábanas y edredones, vaqueros, cartones. Al final buscando un poco siempre hay un punto limpio que recoge alguna cosa, no fue fácil, pero ha merecido la pena el esfuerzo para cuidar un poco más del planeta.

El sábado me regalé un homenaje de menú degustación en un restaurante sueco que hay en el West loop, se llama Elske, estaba en mi lista de “Antes de irte de Chicago”. No defraudó, todo lo contrario, espectáculo de cena. El cuidado en el servicio y la presentación eran muy buenos. La anécdota de la noche fue que opté por patio en lugar de la barra que tenía reservada, de repente se puso a llover, pero de mala manera, por suerte me había llevado mi paraguas que me parapetó hasta que decidieron que hacían con nosotros, digo nosotros porque al lado había un grupo de pareja y padres de la novia que por supuesto se pasaron la cena contando batallas de la hija cuando era pequeña. Ellos tuvieron menos suerte porque no había sitio para tantos dentro, pero a mí me recolocaron en la barra donde tras una pequeña pausa continué con el menú. En el restaurante había un público variado, familias, parejas y una chica con el pelo verde, yo solo la veía a ella y me picaba la curiosidad de con quien estaría cenando, y su compañero resulta que tenía el pelo rojo.

Así que bueno atrás quedan las ventas, los paseos al storage mis carreras en la VanMoof eléctrica y el frío, el frío se queda ahí también. El taxista que me trajo al aeropuerto era de Costa Rica, había vivido 23 años en Virginia y llevaba siete en Chicago. Me dijo que no le gustaba nada, que aquí había dos cosas, frio y también frío. Y pensándolo bien es cierto lo que decía que la primavera y el otoño apenas existen, pasas del frío al calor de los dos meses de verano. Después se pasó el viaje contándome las teorías de la conspiración sobre EEUU y lo que hace por el mundo adelante, lo pasamos bien.

2021

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