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Frases inconexas
DOS DIAS EN LA PLAZA DE LA IGLESIA

26.09.03 18:45h Pza. de la Iglesia. Blanca

El reloj de la iglesia marca las menos cuarto y se suma a las voces y pasos que rebotan en la

plaza.

 

Un niño da vueltas hasta el infinito en su bicicleta y dos un poco más mayores se disputan un

balón contra el edificio de persianas verdes.

 

Ya han cruzado dos abuelos. Uno ha decidido llevarse al más pequeño de la plaza para

protegerlo de los libretazos de su hermano mayor.

 

El deportivo se marcha y su lugar lo ocupa un utilitario.

 

Más sonidos... El Land Rover no apaga su motor y asfixia el espacio.

 

El abuelo, que domina en la escalera, intenta explicar el conflicto entre hermanos que

generaron unos lápices y unas libretas.

 

Dos nuevos observadores acaban de llegar, desde sus pequeñas sillas cruzan la plaza y hacen

de sus ojos el contacto con el mundo.

 

Una chica rubia atraviesa sin desviarse de su ruta más que para mirar de refilón a un chico de

camiseta blanca que escribe junto a la iglesia, su único desconocido.

 

Surge una discusión sobre quién limpia los bancos y no las escaleras, sobre dónde debería de

sentarse para no manchar sus ropas.

 

El niño del cuaderno regresa y adopta la escalera como pupitre.

 

Aparece la anciana con su bastón y poco a poco atraviesa hasta unirse a la tertulia junto a la

oficina de turismo.

 

De nuevo campanas.

 

Una pareja atraviesa hacia el castillo y una niña juega con un cajón de porexpán mientras sus

mayores vigilan que no lo mordisquee.

 

El niño del cuaderno ha terminado su clase y el sol todavía baña el edificio de exóticas

ventanas.

 

Llegan visitantes, él decide unirse a los niños del balón mientras ellas toman fotos. Y se crea

un debate sobre habilidades futbolísticas.

 

Dos ancianas suben por las escaleras y entran en la iglesia, una tercera escoge el lado de la

barandilla para apoyarse en su ascenso.

 

El partido continúa

 

27.09.03 13:00h Pza. de la Iglesia. Blanca

Dos campanadas evidencian el adelanto del reloj mientras el sol se revuelve entre las nubes.

Una falsa sombra cubre la totalidad de la plaza que hoy disfruta de los más pequeños desde

primeras horas.

 

Alguien decide sacar una foto a la iglesia y se da media vuelta al comprobar que la puerta está

cerrada.

 

La hora de comer se acerca y los recorridos van cambiando, los paseantes se van convirtiendo

en vecinos.

 

El sol ilumina las fachadas de nuevo.

 

Buen provecho

​

2003

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